Las últimas décadas han
sido prolíficas en investigaciones sobre la relación entre la nutrición y la
incidencia del cáncer. Nuevos estudios vinculan al consumo de carne vacuna con
el desarrollo de esta grave enfermedad.
Comer una porción diaria
de carne roja procesada puede aumentar el riesgo de muerte prematura hasta en
un 20%, de acuerdo a "Red meat
consumption and mortality: results from 2 prospective cohort studies", una investigación realizada por expertos de la
Universidad de Harvard en 120.000 personas de los Estados Unidos. Publicada a
principios marzo de este año en el Archives of Internal Medicine, ofrece
evidencias de que comer carne roja incrementa el riesgo de enfermedades
cardíacas y cáncer.
Otros nuevos estudios epidemiológicos y revisiones se han difundido este año
que relacionan la consumición de carne vacuna con una mayor probabilidad de
desarrollo de distintos tipos de cáncer. Uno de ellos: "Meat
consumption and risk of lung cancer: evidence from observational studies", una revisión sistemática y meta-análisis de 34
estudios epidemiológicos, recientemente publicada en Annals of Oncology,
sugiere que un consumo elevado de carne roja puede intensificar hasta en un 35%
el riesgo de cáncer de pulmón mientras que una alta ingesta de aves de corral
disminuiría la incidencia en un 10%.
Y "Dietary,lifestyle
and clinicopathological factors associated with APC mutations and promoter
methylation in colorectal cancers from the EPIC-Norfolk study", un estudio de cohorte del Reino Unido, fue el
primero que examinó las mutaciones en el gen APC (adenomatous polyposis coli) y
el promotor de metilación en el desarrollo del cáncer colorrectal en relación
con los factores clínico-patológicos, la dieta y el estilo de vida. Los
resultados de este trabajo, publicado en Journal of Pathology, son
concluyentes: cada incremento de 19g/día en el consumo de carne procesada se
asociaría a casos con mutaciones en APC, lo que sugiere un enlace mecánico
entre la dieta y los agentes alquilantes (tales como compuestos N-nitrosos).
Por otra parte, 40 expertos europeos participaron en una investigación
prospectiva realizada en 23 centros administrativos de Dinamarca, Suecia,
Noruega, el Reino Unido, Francia, Países Bajos, Alemania, España, Italia y
Grecia, cuyo objetivo fue indagar la asociación entre la ingesta de carne y
pescado con el riesgo de carcinoma de las células escamosas del tracto
respiratorio y digestivo superior, y el posible mecanismo a través del grupo
hemo-hierro. Titulada "Meat and Heme
Iron Intake and Risk of Squamous Cell Carcinoma and Nutrition of the Upper
Aero-Digestive Tract in the European Prospective Investigation into Cancer and
Nutrition (EPIC)", y
difundida en la última edición de Cancer Epidemiology Biomarkers &
Prevention, constató que el consumo excesivo de carne procesada se asocia
positivamente con este tipo de cáncer, especialmente entre los fumadores.
Esta información fue
analizada por el Prof. Dr. Vicente Castiglia, asesor científico de esta Institución; análisis que
transcribiremos a continuación.
1 - No cabe duda que
todos los datos apuntan a que la ingesta de carnes rojas se asocian con un
incremento en ciertos cánceres al menos desde el punto de vista de un
sanitarista que debe trabajar con grandes poblaciones.
2 - No he leído los artículos originales (porque para ingresar hay que tener un
código y luego hay que leerlos con detenimiento) pero es de conocimiento
establecido que el cáncer es una patología que se presenta en individuos que
alcanzan una cierta edad. También es sabido que las carnes (no solamente las
rojas, pero también las rojas) aportan nutrientes que son esenciales para
correcta función del organismo y ello aumenta la longevidad de las
poblaciones. O sea que el problema parece ser que se debería establecer
cuál es la cantidad de carne roja que provee al ser humano de un máximo
beneficio y un mínimo riesgo. Esto no figura en la información provista y
enlaza con el punto siguiente.
3 - Sin disponer de cálculos absolutos, los porcentajes tienen valor relativo.
Tomemos por ejemplo el primer estudio "Red meat
consumption and mortality: results from 2 prospective cohort studies" que habla de un incremento del 20 % en
muertes prematuras.
Supongamos que tenemos una población de 1.000.000 personas que no consumieran
carnes rojas y tuvieran un "mortalidad prematura" de 100 casos/
millón, si la misma población hubiera consumido carnes rojas, según el estudio,
la mortalidad prematura habría sido de 120 casos/ millón. Queda en claro
que si bien es cierto que una probabilidad de mortalidad de 120 por millón es
mayor que una probabilidad de 100 por millón, es discutible que la diferencia
sea tan importante como para que el médico clínico tome medidas más allá de
recomendar un consumo moderado de carnes rojas.
En resumen, con la información provista la conclusión final es que "hay
evidencias circunstanciales" que indican que las carnes rojas están
relacionadas con ciertos cánceres, pero el peso real de este factor debe ser
estimado de manera apropiada (inciso 2) para poder orientar con precisión las
decisiones a tomar.