En entrevista con Argentina Investiga, el especialista Jorge Horacio Espíndola explica que el ingreso de parásitos al organismo origina, en la mayoría de los casos, problemas de salud muy severos y que las estadísticas de morbilidad y de mortalidad como consecuencia de la parasitosis no reflejan la realidad. Algunas de las consecuencias de esta patología pueden ir desde convulsiones “de tipo epilépticas”, hasta un serio deterioro del sistema respiratorio.
Argentina Investiga entrevistó al doctor Jorge Horacio Espíndola, profesor adjunto de la cátedra de Farmacología de la facultad de Odontología e investigador, quien además de aportar información sobre causas, signos, síntomas y prevención de esta patología, tira por tierra algunas creencias populares como aquellas acerca de que “cuanto más grande es el parásito, peor es la enfermedad”, o que “el parasitado siempre es flaco”; “si no tiene picazón en la nariz y en la cola, no está parasitado”; “no estoy parasitado, no veo los parásitos”. Éstas y otras afirmaciones no hacen más que dilatar el diagnóstico de esta enfermedad. Para evaluar la magnitud de esta patología, el profesional calificó a la parasitosis “no sólo como un problema médico, sino más bien un grave problema sociocultural”.
-¿Es difícil diagnosticar una parasitosis?
-La parasitosis intestinal confunde a muchos profesionales que no la conocen en profundidad, no la tienen en cuenta o la descartan con análisis equivocados. Los parásitos viajan en colectivo, van al trabajo, a la escuela y están en la casa. Para que se tenga una idea, el 50% de la población infantil de nuestro país está afectada de parasitosis.
-¿Cuáles son los signos de la enfermedad?
-Existen dos formas de manifestación de la acción tóxica parasitaria. La primera podría llamarse “general”, en la que están involucrados los problemas digestivos: mal aliento, apetito inestable, constipación, diarreas, acidez, cuadros apendiculares o vesiculares, gastroenteritis, etc. Las toxinas parasitarias provocan un bloqueo de la absorción de los alimentos a nivel de la mucosa intestinal, que genera, en muchos casos, la delgadez de muchos parasitados. Un hecho curioso que presentan casi todos los parasitados es la intolerancia alimenticia denominada discontinua: “Hoy sí, mañana no”.
La segunda manifestación es la tóxica propiamente dicha. Se desarrolla lejos de donde los parásitos están alojados y lo hace por intermedio de sus toxinas. En estos casos hay que advertir a pacientes y profesionales que cuando existe una sintomatología típica de una enfermedad determinada que, tratada convenientemente, no tiene como resultado la mejoría, “sientan la necesidad de pensar en una posible parasitosis intestinal”. Años de observación, recopilación de datos, estadísticas severas, interrogatorios exhaustivos, respaldan esta posición.
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Fuente Argentina Investiga