Varios hospitales comenzaron a reemplazar los termómetros
con este componente y se prohibieron tensiómetros de este tipo. También se puso
en marcha un proyecto con la OMS y el PNUD. Más de 140 países aprobaron un
tratado para reducir los efectos nocivos del mercurio.
Argentina avanza hacia la eliminación del uso del mercurio
en el sistema de salud. Varios hospitales iniciaron el proceso de reemplazo
progresivo de los termómetros con mercurio por los digitales, como parte de una
política del Ministerio de Salud de la Nación que también incluye la
prohibición de tensiómetros con este elemento químico y diversas gestiones para
que el mismo se deje de utilizar en la odontología. El país, además, puso en
marcha un proyecto con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para profundizar esta
estrategia.
Los hospitales porteños Rivadavia y Garrahan, por ejemplo,
ya erradicaron el uso de termómetros con mercurio. Y otros centros de salud van
en el mismo camino, luego de que el Ministerio suscribiera una resolución que
recomienda la eliminación del uso de estos instrumentos. La cartera, además,
estableció en diciembre último un control de calidad para los termómetros sin mercurio.
La estrategia también apunta al trabajo con las
universidades y las asociaciones de odontólogos para que los futuros y actuales
profesionales de esta rama sustituyan el uso del mercurio en las amalgamas.
“Una amalgama tiene aproximadamente un 50 por ciento de mercurio. Los
sustitutos son materiales sintéticos y, en principio, son iguales de
eficientes”, explicó el director nacional de Determinantes de la Salud e
Investigación, Ernesto de Titto. Según datos del Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA), los odontólogos usaron en 2005 en el mundo
entre 240 y 300 toneladas de mercurio para amalgamas.
Para disminuir los niveles de mercurio en el sistema de
salud, además, el acuerdo firmado con la OMS y el PNUD establece varias líneas
de trabajo, entre ellas la capacitación a funcionarios y al personal de salud
para que conozcan la importancia de reducir la circulación de este metal y los
beneficios de sustituir, por ejemplo, los termómetros tradicionales por los
digitales que, pese a ser más costosos, tienen mayor duración y no dañan el
medio ambiente.
El mercurio es un elemento químico que suscita preocupación
a nivel mundial debido a su capacidad para recorrer largas distancias a través
de la atmósfera, su persistencia en el medio ambiente, su capacidad para
acumularse en los ecosistemas y sus importantes efectos negativos sobre la
salud humana y el medio ambiente. Puede producir daños permanentes en el
sistema nervioso, en particular en su estado de desarrollo. Debido a estos efectos,
se considera que los lactantes, los niños y las mujeres en edad fértil son
grupos vulnerables.
A raíz de la preocupación que ocasiona, más de 140 países
aprobaron días atrás un convenio que busca reducir los efectos nocivos del
mercurio. El tratado establece una serie de medidas de protección, como el
control de las emisiones de mercurio de las plantas eléctricas alimentadas con
carbón y de la industria, así como del uso del mercurio en las minas de oro
artesanales o a pequeña escala.
También incluye un artículo dedicado a la salud. En
concreto, el tratado establece la eliminación progresiva de la utilización de
mercurio en los termómetros e instrumentos de medición de la tensión arterial
empleados en la atención sanitaria.
El proyecto que lleva adelante el PNUD, la OMS y el Gobierno
de Argentina –iniciativa que se replica en otros seis países- también busca
mejorar la gestión de residuos sanitarios para minimizar la liberación de
contaminantes orgánicos.
En ese marco se capacitaron a 34 personas del sector de
salud de diferentes provincias del país, los cuales se convirtieron en
referentes en su lugar de trabajo y formarán a otros profesionales del sector
público y privado. “El sólo hecho de aprender a distinguir un residuo peligroso
y cómo se debe tirar tanto éste como un residuo común redujo en un 30 por
ciento los residuos en dos hospitales donde se hicieron pruebas piloto, en
General Roca (Río Negro) y Reconquista (Santa Fe)”, indicó De Titto.
También se desarrolló una tecnología para que puedan ser
destruidas las drogas oncológicas que no son utilizadas a través de un proceso
químico de oxidación de bajo costo y se instalará en un hospital un autoclave,
tecnología eficaz y amigable con el ambiente para el tratamiento de los
residuos del sector, procurando con estos modelos alentar el desarrollo de
tratamiento local que reduzca la circulación de los residuos por el país.
Fuente: OPS/OMS
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