martes, 23 de noviembre de 2010

Un camino hacia un Sistema Nacional de Salud Único

“La fragmentación del sistema de salud, junto a la segmentación de la sociedad argentina, produce un tablero de injusticia, inequidad, ineficacia e ineficiencia, que es padecido por nuestro pueblo.” Este es el diagnóstico que hace el Dr. Eduardo Güimil en su reciente libro “Sistema de Salud Único”.
“Según el casillero en el que un argentino esté situado”, agrega, “padecerá de servicios caros, o insuficientes, su accesibilidad variará de todo a nada, dependerá de la variable ingresos, la posibilidad de la atención de su salud.”
El Dr. Eduardo Güimil es Médico (UBA 1971), Master en Salud Pública y Especialista Consultor en Administración Hospitalaria.
Junto a su especialización en Cirugía Plástica, realizó estudios y ha ejercido la docencia de historia, sociología, sistemas, metodología, epistemología, política, ocupando cargos jerárquicos en el área de Salud Pública.
Además ha realizado estudios sobre sistemas de salud en varios países, entre ellos EEUU e Israel, y trabajó sobre el concepto médico en la historia de la medicina y en la figura del Dr. Ramón Carrillo como creador de un paradigma alternativo.
En este libro presenta los elementos del rompecabezas que configura el sistema de salud actual y los elementos posibles para la construcción de un sistema de salud único.
Al respecto señala que “la construcción de un sistema de salud único intenta la integración de clases y sectores de la sociedad, dándoles a sus habitantes la posibilidad de convertirse en ciudadanos, al haber un garante de su derecho a la salud. Derecho sólo garantizado por el Estado, como concreción útil y utilitaria, ya que la salud, como, la educación, la justicia, la seguridad no están sujetas a las reglas de mercado, por lo que es necesario un efector de ese derecho. Garantizados estos derechos permite a sus ciudadanos un mayor grado de libertad creativa y felicidad, asegurando el futuro de la Nación.”
Entrevistado por “Distrito IV”, cuenta algunos pormenores del libro.
- ¿Qué observa en el libro acerca del sistema de salud?
-En la primer parte del libro se analiza el sistema de salud y su actual situación de fragmentación. Habitualmente se decía que en la Argentina había tres sistemas -público, privado y de obras sociales- y que entre los tres se complementaban dándole cobertura a toda la población. Esto es falso.
- ¿Cómo es en realidad según su análisis?
- El sistema público no es uno solo, está el sistema nacional, los 24 sistemas provinciales y los sistemas municipales, que son alrededor de 600, todos con sus carreras, sus administraciones, sus capacidades y carencias. Entonces es falso hablar de un sistema cuando no hay interrelación posible entre estos sistemas. En las obras sociales pasa algo similar. Hay 300 obras sociales inscriptas, con prestaciones y capacidades muy desparejas entre una y otra. Y en el caso del sistema privado, se trata de un sistema de seguros, no es un sistema de salud sino de cobertura ante la enfermedad, no hace investigación, prevención o educación para la salud.
- ¿Cuáles son las consecuencias de esta situación?
- Estamos ante un sistema altamente fragmentado, lo cual hace que el costo sea muy alto, con un gran despilfarro de recursos, y lo que marca el nivel de inequidad es que el gasto de bolsillo para atenderse en salud es cada vez más alto. Hoy ese gasto debe andar entre el 30 y el 40%, es decir que del total de lo que se gasta en salud, ese porcentaje sale del bolsillo de la gente, lo cual es una cifra altísima, ya que se están gastando alrededor de 25 mil millones de dólares en todo el sistema de salud, dentro del cual el mayor gasto es en medicamentos, que casi en su totalidad es pagado directamente por la gente.
- ¿Entonces no se trata de un problema de falta de inversión como se piensa habitualmente?
- La Argentina se encuentra entre los países que más gasta en salud por habitante en toda Latinoamérica, pero no por eso tenemos los mejores indicadores, como la mortalidad infantil, expectativa de vida o acceso al sistema.
- ¿Cuándo comienza a gestarse esta situación del sistema de salud?
- A partir de la llamada Revolución Libertadora comienza la destrucción del sistema público de salud, y comienza a imponerse la idea de que el Estado no se haga cargo del mismo. Ya en la dictadura de Onganía se impulsa el modelo de fondos públicos no estatales, en los cuales los trabajadores y los empleadores están obligados a realizar un aporte a un fondo que se hace cargo de atender a los afiliados al mismo. Al ser tiempos de pleno empleo, con tasas de desocupación mínimas, prácticamente nadie quedaba fuera de ese sistema de cobertura. El sistema público se sigue deteriorando, pero es en la década del ´90, con la llegada del neoliberalismo a todos los ámbitos públicos, la salud también pasa a ser una cuestión de mercado. Con el achicamiento del Estado, la Nación se desprende del sistema de salud y se lo traspasa a las provincias y a los municipios, pero lo hace sin transferirle los fondos correspondientes. Así llegamos a esta situación de fragmentación del sistema, sin recursos genuinos.
- ¿Cuáles son los obstáculos para alcanzar la unidad del sistema?
- Este nivel de fragmentación del sistema trae, a su vez, una multiplicidad de intereses con distintos actores tironeando en distintas direcciones que hace casi imposible un funcionamiento armónico y equitativo de todo el conjunto.
- ¿Cuál es la respuesta que plantea el libro a esta fragmentación?
- El libro propone una salida, que es un sistema único, tal como ya ha sido probado en otros países con excelentes resultados, como Gran Bretaña, España o Cuba. Claro que esto no se logra de un día para el otro, sino que es una construcción. A España tardó 17 años en consolidar todo el sistema, a Cuba le llevó 10 años. Para dar el puntapié inicial el Estado nacional debe retomar la conducción, unificando los subsistemas y creando un sistema único y fuerte, con carrera única, padrones unificados y la creación de un Fondo Nacional de Salud para el manejo de todos los fondos públicos destinados a la salud.